jueves, 31 de diciembre de 2009

Balance positivo

No es que me importe mucho terminar el año, pero ya que estamos, voy a hacer balance de lo que hubo y lo que habrá. No pediré cosas nuevas, si no que las cosas que hice en este sean una prolongación hacia el avance. Valoro las cosas buenas que he tenido y por eso antes de cambiar el año me quedaré con ellas y procuraré mandar las no tan buenas al carajo, como con todas no puedo hacer eso pues intentaré sobrepasarlas con mi instinto de superación. Me gustó mucho hacer el curso de azafata de vuelo, en el que conocí a ese tipo de gente que te hace ver la vida de otra manera y a los que muy especialmente guardo dentro de mi, aunque desgraciadamente ya no los vea.
De desilusiones también podría quedarme tiempo escribiendo, pero como me he propuesto mandarlas el C...me quedo con las consecuencias, la segunda parte de mi historia 2009 es que volví a jugar al baloncesto después de muchos años, y digo esto porque he vuelto a jugar en un equipo que parece que me estaba esperando, y a su vez he podido conocer a gente excepcional, como dicen, no hay mal que por bien no venga, y el año que entra no será si no una prolongación de esta ilusión que estoy viviendo semana tras semana camino hacia Alicante. ¡Qué bueno fue dejar atrás el pasado!
Y como olvidiar el concierto de Laura Pausini en Madrid, con su presentación de primavera anticipada en el Telefónica Arena.
También me rompí el dedo, he dicho que no iba a recordar las cosas malas pero este hecho es de relevante importancia porque creo que en este año he sentido el dolor físico más grande de mi vida, y espero que el último.
No me olvido de las cenas de Navidad en familia, y de los dolores de estómagono al día siguiente.
Del estreno de apartamento en Santa Pola, de ver el campeonato del mundo de windsurf desde la bolla amarilla, desde la misma en la que aprendí a nadar.
Jamás me olvidaré del viaje a Alemania con mi querida amiga, paseando por las calles de Berlín con un carrito de bebé.
No me olvidaré este año del árbol de Ruiz de la Prada en la puerta del sol.
Ni la playa de Villa Joyosa.
Ni olvidaré a la señora de Alcalde dame un casa alcalde.
Especial atención a las fritadas de marisco en el puerto.
A las risas con las amigas del colegio, a las que adoro.
Por todo lo que me dejo y consigo acordarme en algún momento del día.
He aprendido de mis errores y a ser un poco mejor cada día, a juntarme con personas con las que podría estar en silencio horas sin llamar la atención y que no lo cuestionen.
He aprendido a mirarme por encima del hombro y a que la indiferencia sana predomine mi día a día, y poder valorar más esas pequeñas cosas que siguen rodeándome a pesar de todo.
Feliz año nuevo.

martes, 1 de diciembre de 2009

Tengo la esperanza de que al fin lleguen estos momentos, codo a codo conmigo misma, manos en teclas creando palabras, palabras mías, me pregunto por qué no lo habré hecho antes, por qué he dejado pasar tanto tiempo aún teniendo todo el del mundo.
La noche es fría, sentada en el brasero busco el pensamiento más sincero, no hay nada más sincero que estar conmigo misma, hoy podría hablar de mi destino, ahora lo veo todo claro, ahora no hay tornados, ahora no me asusto porque he aprendido a hacerme compañía.
Por la calle las persianas siguen levantadas a estas horas, ahí adentro se debe estar bien caliente, no hay luces encendidas, los destellos del televisor es la única luz que alumbra la casa. Se me hiela la cara, ya se empieza a hablar de la navidad, yo también hablo de ella, por eso he apagado el televisor.
Sigo caminando, tengo la extraña sensación de querer vivir cuando los demás duermen, me gusta pasear por la calle cuando hay algún partido de fútbol, me gusta ver películas en noche vieja, me gusta escribir a las 5 de la madrugada, me encanta dormir por las mañanas, viajar de lunes a jueves, adoro la playa en Noviembre, tomar helados en Diciembre, desnudarme en Enero y trabajar en Agosto, nadar en Febrero, me gusta viajar en autobús, salir un martes de Munich y pasar la mañana en el aeropuerto de Alicante cualquier día laboral en el que el sol brilla, me gusta ir a los Arenales cualquier mañana de Marzo y tomarme una cerveza, me gustan los Martinis en vaso de tubo, me gusta soñar mientras paseo a mi perro Verdi, a él le cuento mis sueños, porque luego es el único que mientras duermo sueña conmigo.
Me gusta pensar que rompí con el pasado al mismo tiempo que se me terminaba la quinta copa de ron una noche de olvido, pero me alegra todavía más que ni el alcohol ha podido con los recuerdos. Me gusta no entender nada, mejor así. No me gusta ver la televisión, porque me anula como persona. Me gusta comprarme libros allá dónde viajo y leerlos durante mi estancia para escribir mis propios viajes.
Me gusta escribir en este blog cuando vengo de estar sola.

viernes, 2 de octubre de 2009

Casi siempre me quedo con los sueños de la noche, no es que me encante dormir, es que me encanta soñar, hoy estoy muy cansada, hoy he soñado de día, hoy no me apetece irme a dormir, estoy bien así, cansada pero feliz, cansanda y alargando el día todo lo que mi agotamiento lo permita, porque días así no deberían terminar tan rápido, porque mañana quizás tenga que madrugar, pero es tan incierto que casi ni lo percibo, me encuentro en las dos de la madrugada como una tarde de sábado paseando, siento que el silencio de la noche me deja recrearme en los sueños que hoy cumplí, siento que el tiempo me debía una tregua y aquí la tengo, en este mismo instante, siento que cada palabra que escribo un desahogo crece por dentro y que ya es hora de creer en una misma.
Hay que darle más importancia a los sueños, a las percepciones. Anoche soñé el día de hoy, y sentada en un banco de la Gran Vía me he dado cuenta de que no hay nada más bello como que las personas que anoche soñé, son las que realmente llenan mi vida.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Para ti, Stella.

Al cabo de algunos años logro entender que nada pasa en vano, todo pasa por alguna razón que al principio creemos inexplicable, pero que el tiempo, con su experiencia, consigue entrar en razón.
Stella nunca ha tenido demasiados amigos, y puede decirse que nunca ha confiado en nadie, la niña tímida y reservada de la que nadie se acuerda, de la que muy poca gente lo hace...
Estaba preocupada por esto, era la obligación de llevar la soledad a rastras, Stella era diferente, intentaba encajar, pero las risas se convertían en un vacío por la mañana. ¿Y ahora quién? ¿Y ahora qué? se preguntaba cada día.
Ahora ha crecido, no es que no le guste relacionarse, es que con muy poca gente puede hacerlo, una "niña" por descubrir y nada que ocultar.
Stella tiene muchas ilusiones, y eso se le nota en la cara, es tan sensible, y tan prudente, que no quiere destacar estas emociones en el grupo. Pero cuidado, alguien puede quitarte todas esas ilusiones de repente, y yo te digo querida Stella, que no mereces caer como hoja de otoño sobre el suelo, que levantes el ánimo, que tu autoestima pese por encima de lo demás durante el resto de tu días, que aunque estés sola esta noche, las estrellas que llevan tu nombre brillarán por ti.
Que nadie te arrebate tus ilusiones.
Stella.

martes, 7 de julio de 2009

Calurosos días de verano, intento vencer al calor con un ventilador de cuatro aspas, pero ni con esas, el sol se me antoja provocador. Paradisiacas playas cubanas se refugian en mis recuerdos, dulces atardeceres mirando hacia el horizonte, intentando ver España desde el continente de enfrente. Pero hoy estoy encerrada en el cuarto de los recuerdos de la infancia, digo de la infancia porque hace ya años que emigré a la soledad de la tercera planta, con un ventilador de cuatro aspas y a oscuras para no sentir ese sol más fuerte que nunca. Joder Lorenzo dónde te alimentas.
Y pensando en fiestas, a mi nunca me gustaron precisamente. Stella, que sosa, baila chica, ¡muévete!, valiente apreciación, de verdad no me había dado cuenta que estaba quieta. Diviértete, (no saben que sentada también me divierto). Porque cuando estoy quieta pienso y cuando pienso sueño y si sueño soy feliz y volviendo a lo de antes, no me hace falta bailar para estar feliz. Y no digo esto precisamente como el padre nuestro, muy a mi pesar, lo suyo me ha costado entender que si no te gusta, pues no te gusta. Y entramos en algún sitio, empieza a sonar música, entonces sé que para mi la fiesta acaba de terminar, si es que empezó, porque me siento un pegote en medio de cuerpos danzando al son de cuatro palabras mal compuestas, si es que a veces intento adivinar alguna. Entonces empiezo a sentir otra incomoda sensación que es la de sentirme a un lado, qué narices hago yo aquí sentada, y tampoco es que me guste dar la nota precisamente, pero es ley de vida que en medio de tanta gente que hace lo mismo te toca ser una más, y aparentar lo que no eres y evitar que te cojan del brazo para animarte a bailar, que es algo con lo que Stella revienta, y entonces no tiene más remedio que "integrarse" o largarse.
A lo largo de mi corta existencia he aprendido y aprendo a ser selectiva, y no es que sea una sosa, es que simplemente no me gusta.

jueves, 28 de mayo de 2009

Mañana en el puerto de Alicante

Adoro el sol esta mañana inesperada de primavera, lo adoro por lo imprevisto que es a veces. Contemplo el puerto a medida que deslizo el bolígrafo por este papel, alternando esta tarea y obligándome a encontrar una vía de escape a estas retorcidas ideas que afloran mi mente.
Tengo cuatro horas por delante, cuatro horas de mucho o cuatro horas de nada, en cualquier caso cuatro horas antes de volver al mundo.
Como todas las mañanas, se me antojaba rutinaria, una mañana cualquiera, de las de carpetazo y vuelta a empezar, intentos fracasados de dar respuesta a mis necesidades emocionales. Cómo estar aquí y allí al mismo tiempo, cómo disfrutar del momento sin adelantarme a los acontecimientos previstos.
Es una una visión que hago mía. Los barcos están parados, como yo, esperando algún movimiento humano que nos haga reaccionar.
Las ideas te agotan Stella, hay demasiada diferencia entre tu realidad y la que ves, la que anda por ahí fuera y que posiblemente te esté dejando de sorprender, porque te recuerdo que ya no eres una niña, que por mucho que juegues a mirar a esos barcos el mundo sigue girando para recordarte que tienes que levantarte y mover tu mundo.
Pero ya he decidido quedarme aquí un ratito más, cogiendo fuerzas del interior.

martes, 5 de mayo de 2009

Laura Pausini

No podía dejar de expresar mis sentimientos hacia una cantante que me los inspira.
El pasado 28 de Abril Laura Pausini actuó en Madrid, pocas cosas he deseado tanto en la vida como poder ver en directo a mi cantante favorita.
Y allí estaba yo, en Madrid, dispuesta a sentir cada emoción en vivo y en directo.
Conforme nos adentrábamos al recinto la gente iba creciendo en número, realmente no podía imaginar hasta que punto estaría lleno el Telefónica Arena, y no pude contener la emoción al entrar y sentir como se me perdía la mirada en la gente que allí se encontraba, nunca pude imaginar sentirme tan "comprendida" con el resto y que hubiese tanta gente que la adora como yo. Fans gritando su nombre, camisetas de Laura a cada paso, de repente compartía mi sentido con miles de personas tan en estado de euforia como yo. De repente todo cambió, todos éramos Laura Pausini, todos éramos sus canciones y su voz.
No quería perderme ningún detalle y tampoco podía irme sin conseguir un recuerdo de ese fantástico día, así que volé (literalmente) hasta el merchandaising a enfundarme una camiseta de Laura, lo suyo me costó ahora que lo pienso, tuve que hacer esfuerzos magistrales para llegar al mostrador, ya que las existencias se acababan y el concierto estaba a punto de empezar, me hubiera llevado todo, al carajo la crisis pienso yo en esos momentos, o quizás ni lo piense.
Y las luces empezaron a apagarse y otra vez volé hasta mi asiento. Laura cantaba detrás de una cortina "En cambio no". "Quizás bastaba respirar... Sólo respirar muy lento, recuperar cada latido en mí, y no tiene sentido ahora que no estás, ahora dónde estás, porque yo no puedo acostumbrarme aun, Diciembre ya llegó..no estás aquó.. yo te esperaré hasta el fin...
EN CAMBIO NO HOY NO HAY TIEMPO DE EXPLICARTE Y PREGUNTAR SI TE AME LO SUFICIENTE YO ESTOY AQUI..Y QUIERO HABLARTE..AHORA..Y AHORA.." y aquí es cuando lloro, como ahora mismo lo hago al recordar ese momento, su voz sonaba en mis oídos como una explosión de sentimientos, de recuerdos infantiles, y canciones eternas que me han ido acompañado en todo momento, y así es como fui recordándolo al tiempo que Laura hacía un repaso por todo su recopilatorio discográfico.
Desde "Amores extraños", pasando por "Entre tu y mil mares", recordando "Surrender" (en versión especial), recordándo el renciente "Yo canto" y volviendo a llenarnos de vida con su nuevo disco.
Deseaba que nunca se acabase ese momento, que las horas corriesen del todo lentas, quería seguir soñándo mucho tiempo más, cerrar los ojos y seguir cantando hasta quedarme sin voz.
Durante las poco más de dos horas que duró el concierto, recordé todos los días que la voz de Laura ha sido Stella, me acordé de la gente que quiero, de la gente que hemos formado un equipo en estos 22 años de mi existencia.
Aprendí que no tenemos que tener miedo a la soledad, porque nos tenemos a nosotros mismos, que la historia de dos personas no tiene por qué estar en boca de gente ajena a ella, que con orgullo nunca se podrá amar a nadie.
Y Laura se fué, aconsejándonos que hiciesemos el amor esa misma noche, y se fue con los frazos abiertos, Laura se emocionó, y yo con ella.
Y por la puerta salía yo, saltando como una niña pequeña que acaba de salir del parque de atracciones, compartiendo la emoción con la gente que pasaba por mi lado.
Jóvenes pasaban con los coches con la voz de Laura difundiéndose por las calles, de repente sentía que estaba en un mundo compartido.
Gracias Laura, nunca olvidaré el 28 de Abril de 2009.
Nunca dejes de cantar, porque yo nunca dejaré de escucharte.

lunes, 6 de abril de 2009

Hacía tiempo que el sol no alumbraba mis folios, la claridad hace que los recuerdos se deslicen mejor a través del bolígrafo.
Me acompañan una montaña de apuntes, un incondicional perro imitando mis movimientos, y un callejón a la vuelta de la esquina por el que en cualquier momento podría salir corriendo.
Intento traducir sin demasiado éxito la canción que suena en inglés, se me antoja demasiado triste, antojo subjetivo producto de la melancolía, quizás.
No logro acostumbrarme a este idioma, últimamente no logro acostumbrarme a nada.
Esta tarde he decidido recondiciliarme con el orden, intento que el orden mental se una al material, pensaba que este último poco afectaría a mi estado emocional, pero es que cuesta tanto vivir en un mundo perfectamente estructurado.
Mi gozo se hunde en un pozo al intentar vivir de manera ordenada. Soy una niña llena de imperfecciones, de vaivenes dignos de estudio psicológico, de intentos desesperados de comprensión, no me interesa.
Paso horas observando el cielo, intentando adivinar mi rostro dibujado en cualquier nube, pero lo único que entiendo es lo dificil que es pedir comprensión si ni siquiera entiendo el significado de la palabra.
Quizás sea por eso mi miedo, aunque no sé bien a qué.
Controlo mis palabras para que no sean un regalo, prefiero reservarlas.
Miedo a la gente, intento esconderme de los demás, a veces sin éxito, puedo pasar desapercibida por horas, hasta que alguien cae en la cuenta de mi presencia física y se cuestiona el silencio, silencio, ausencia de palabras sonoras, pero tan enriquecedor.
Me gusta pasar desapercibida, pero no me gusta que ese silencio sea percibido, no tendría palabras para justificarlo.

martes, 24 de marzo de 2009

Tarde rara

No empiezo a escribir sin antes mirar por la ventana, diviso el día que me llena de inspiración y me ofrece la primera nota de esta melodía. No me he percatado de que el cielo estaba nublado hasta que no he reparado en él, y eso que ya queda menos día.
Es ese cielo nublado que hace que una se mantenga en calma y sólo le apetezca bailar con su imaginación. Últimamente me cuesta concentrarme en los deberes diarios, será que mantengo la cabeza en otra parte y ese cantar tan agudo no me deja escuchar más de lo que quiero escuchar. Las clases comienzan a hacerse pesadas sin haber empezado, ni siquiera la más entretenida de las explicaciones hace que me evada de mis pensamientos.
Sin pensarlo ni siquiera una vez cojo el primer bus de la tarde, dirección a ninguna parte, quizás por el camino me apetezca saber a dónde voy, pero ahora sólo quiero perderme en el destino incierto, no estoy segura de que sea mejor que el presente, como quiera que sea casi siempre mi vida ha sido intentos a medias.
El sol brillaba con fuerza, a través del cristal del autobús me veo reflejada, me recuerdo a una tarde en el campo un día de Mona, con el gesto de cuando molesta el sol y la cara roja. De repente tengo calor y siento nostalgia de los días en que se lleva la ropa a medias. Creo estar viviendo en muchos sitios a la vez sin mover un sólo músculo de mi cuerpo, sentada en este autobús. Pronto llegaré al destino y muy a mi pesar tendré que volver a poner los pies en la tierra caminando por la realidad de las calles.
Tomo calle abajo. Todo parece seguir igual. Niños saliendo del colegio, cafeterías repletas de madres contándose chismes esperando la salida de éstos. No se les ve demasiado entusiasmadas, quizás sea la rutina de una simple vida la que se refleja en estos rostros. No son las mismas madres de cuando yo era pequeña, pero sí las mismas expresiones. Puedo ver como ha cambiado todo y es cuando me doy cuenta del tiempo que hacía que no paseaba por aquí, se me quitaron las ganas el día que empecé a crecer y me dí cuenta de que más allá de las afueras del pueblo existía mundo. No quise perdérmelo, de repente siento una extraña sensación, deseo desaparecer pero a la vez siento curiosidad por seguir cuestionando esta realidad.
Parejas que pasean por los parques, algunas pasan cogidas de la mano, imagino que en un tiempo se convertirán como las otras parejas que van juntas, pero distantes en todos los sentidos.
Sigo caminando, puedo escuchar también conversaciones ajenas sin querer. Tratan sin ir más lejos de cuestionar la vida de la vecina, del partido del Domingo, de la lista de la compra, de programas de televisión cuyo nombre quise olvidar al tiempo de escucharlo.
Camino y camino, no me había dado cuenta hasta ahora de que llevo una mochila cargada de libros a la espalda, siento que no es ésta la causante, me he cansado de la vida en general en una hora de camino.
Me vuelvo a casa, me vuelvo a mi mundo.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Perdóname

Perdóname por las veces que no te he querido escuchar, por los momentos en que una lágrima tuya era una indiferencia más, por los sitios que no pasamos de la mano.
Por no buscar en lo más profundo de mi corazón una respuesta que nos diese un rayo de esperanza, por no compartir contigo suspiros de felicidad.
Perdoname por las locuras sin justificación, por no haber pasado contigo más minutos de los que me hubiese gustado, por no ver la sensibilidad que hay en tí y fijarme sólo en la mía.
Por consolarme en las noches de soledad y no encontrar tu mano acariciando mi pelo. Por buscar por qués a mis preguntas y no a las tuyas también.
Porque no hayan habido más momentos de playa hasta el anochecer en noches de verano que tanto nos gustan, por no haber hecho de tu cumpleaños una fiesta especial, como fue la mía.
Perdoname por ponerme nerviosa en los momentos de confusión y no saber controlar mis sentimientos, perdoname también por tirar la toalla y refugiarme bajo la almohada en tardes de sol.
Perdoname por escapar, por perderme en los días cada vez que suena el despertador y volver a nadar en el mar de los por qués.
Perdoname por tomar los silencios por respuesta, negando evidencias y matándome a la vez por dentro.
También por justificarme pensando que no me entendías, cuando en verdad no valoraba lo sufiente tu poder de comprensión.
Perdóname por no haberte mostrado quién soy, y entiéndeme cuando te digo que ni yo misma lo he hecho.
Perdóname por escapar.
Por todo ello y por más.

sábado, 14 de marzo de 2009

Retomo el blog de anotar la vida desencadenando palabras de mi memoria a mi paso por ésta.
Veo los momentos de inspiración lanzándose al vacío, caen derrotados por minutos de comprensión. Entiendo que es nacesario momentos como este, tomando como compañera a una canción que hace que me entromenta en los resquicios del pasado.
Procuro no preguntarme el por qué de estos pensamientos, perdí demasiado tiempo buscando explicaciones que sólo es preciso que aguarden dentro de mí misma por el resto de mis días, las claves del corazón que no encajan en éste mundo hecho a medida.
Quién tiene el derecho de juzgarme si ni yo misma puedo darme por sentada, quién encontrará las respuestas de la vida en la mirada triste de ese gato en el tejado si no soy yo.
Me siento en cuerpo y alma entregada a la compra-venta diaria con intereses, en el mercado de la vida, y me doy cuenta qué más allá se esconde un mundo sin explorar, ése preciso mundo del que sólo yo me doy cuenta, el que no se lee en ninguna página de intenet.
Procuro también aguardarme de los chismes pasatiempos, sé que en el fondo ésta vida no es tan aburrida como la pintan, y lo que tiene de especial no se encuentra fácilmente como nos hacen creer, los rayos del sol son más fuertes que el ruído escandaloso de un coche tunning con la canción de moda. Los primeros procuro que marquen huella delante de mí, por si acaso me pierdo en esta aventura de mundanos obstaculos.
Siento la vida detrás del telón, un telón de hormigón, y me temo que detrás de éste se encuentre la que no nos dejaron vivir.
Siento cierta curiosidad por saber qué se esconde detrás de las palabras de tantos libros que me quedan por leer, qué se oculta detrás de las palabras de grandes escritores lanzados al olvido.
Maldito el tiempo perdido

jueves, 5 de marzo de 2009

El aire choca en la ventana con un enfado demoledor, la noche es fría, el día también lo ha sido, destellos en el cielo al atarceder me recuerdan las refrescantes noches veraniegas.
Yo sigo aquí, acomodada con un par de cojines, sobre la cama eternmente deshecha. Al frente un par de fotografías que me recuerdan una y otra vez quién soy y de dónde vengo, identifico en lo alto del armario cada objeto con un momento exacto de mi corta historia, unos se me asemejan alegres, otros tristes, como cuando miro tu piano de madera, donde guardabas esos adornos que te hacían lucir el semblante.
Otros objetos yacen como almas en pena, no logro ponerles fecha.
Ecribo a la vida y sobre todo a mí misma. Escribo para que esta noche de ideas no se acabe, escribo por miedo a perderlas en un mundo tan uniformemente mecanizado, escribo esta noche lo que durante el día no tuvo sentido en medio de banales conversaciones cotidianas que una se cansa de escuchar. Escribo también a la coreografía que forman las nubes a merced de ese viento.
Ordeno mis ideas sin apabullantes perturbaciones de extrema ignorancia en las que mi sensibilidad corre un riesgo incalculable y hace que me pierda en un mundo alejado de mi misma, bailando a un ritmo que algún día alguien inventó para que nuestras penas dejasen de ser tan tristes por una noche y que hoy todos imitan en verbenas de verano y fúnebres discotecas.
Qué dificil es reencontrarse con una misma al caer la noche. Me expongo a un mañana incierto, a una mañana en el que el disfráz de buenos días hará eco sobre mi cuerpo desnudo.
Era el fin de curso del año 97, mi armario tan desaliñado como yo no alcanzaba a encontrar esa moda destinada al ligoteo del fin de semana, cuando quise darme cuenta de lo desgraciada que era, me sorprendí a mi misma camino a la fiesta con el citado desaliño, , una vestimenta que más bien podría asemejarse a las tardes de domingo descansando mi melancolía sobre la cocina baja llena de brasas.
Ese día, con once años a la espalda, la vida comenzó a cambiar, y pasó a formar parte de una realidad basada en la búsqueda de ideas propias, esas ideas que no están dadas por sentadas en ninguna pantalla.
Hoy a mis veintidós años sigo siendo la misma niña desaliñada que intenta dar repuesta a los por qués que justifican seguir siendo yo.

martes, 24 de febrero de 2009

Lunes 23 de Febrero

No encuentro el punto exacto en el que sentarme a escribir, en esta gran superficie de diversos paisajes artificiales. El sol comienza a descender de forma tan rápida que casi puedo sentirme estafada al estudiar el ciclo horario al intentar comprenderlo.
Este día soleado se me antoja una provocación a mi infortunio. Sus destellos chocan en mi como reflejos de lo que un día fue y ya no podrá ser.
Juego a mi suerte engañando a los días, convirtiéndolos en un antojo emocional, sorteando las horas y ocultando realidades que caen como un mazazo en la nuca.
Me siento a salvo en este mundo solitario de horas tranquilas y no más ruido que el cantar de los pájaros.
Todavía ando a tropezones en el mundo, no me decanto por la sencillez, esquivo los bullicios y ando perdida en los sueños que nunca llegan, esquivando con pasos de bailarina crueles recitales televisivos y cualquier perturbación que alteren el orden que establecen estos rayos de sol, que siguen explorándome como una caja de sorpresas todavía por abrir, sin mantenerme en el olvido como el árbol que me da sombra pero que ya no da frutos. Y me viene a la mente cuánto perdí al perderme estos ratos a solas, me pregunto si vale la pena tener éxito y en cambio afirmo que la ausencia, el silencio, es mejor.
Me acompaña Isabel Allende en este viaje por el mundo lleno de inspiración, siento que tengo quince años, deseo no agotar los placeres de la juventud y aplazarlos parar el porvenir, porque no hay mejor placer como el que se obtiene como recompensa y no como privilegio.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Feliz de estar melancólicamente triste.

Me quedo un rato más aquí, no me complace llegar a la casa, aunque no quede mucho tiempo para escuchar el cantar de los pájaros me inventaré un nuevo sonido que alimente la melancolía de esta intensa tarde, paseando por estos jardines universitaros, sin más que una carpeta, llena de papel para escribir, siempre sobra o siempre falta, no encuentro el punto intermedio a este empeño por anotarlo todo, a veces invento un nuevo día para abandonar pronto el presente.
Hay días en los que siento estar viviendo otros a la vez, casi siempre son recuerdos que mantengo perennes en la mente, para que algún día, quizás de vez en cuando, me hagan sonreir, y que la triste melancolía no se quede en momentos en los que me robaron la sonrisa, o más bien y más triste, la capacidad de poder sonreir.
Estoy sentada en esta incomoda silla, hecha para personas pequeñas, me refiero a pequeñas de estatura, siento de nuevo que estoy en la plaza de la revolución habanera haciéndome una foto con Yelennis, una foto para el recuerdo, siento estar tumbada en la playa del verano con la toalla de cuando era pequeña y que nunca envejece, y si lo hace, que seguramente lo haga, lo hace como yo, pero quizás ninguna quiera darse cuenta del nostálgico paso de los años.
Me siento una niña despegando los pies de los pedales de esa bicicleta rosa, hecha para niñas de mi edad, en la empinada curva a la llegada al campo de las primaveras, y de algunos veranos.
Gracias a la incomoda silla verde hecha para personas pequeñas de estatura me encuentro en clase a esa niña rubia de sonrisa tímida, intentando entender la lección, con el paso de los años quiso ser fuerte intentando entender la lección de la vida, la que no enseñaron en ningún aula, la que aprende en este preciso instante en esta silla verde, y la que aprenderá al momento de levantarse.
Rercuerdo las aulas en las que no quise ponerme en primera fila por no llamar la atención y las que al fin y al cabo tuve que ser la primera de esa fila para que el estúpido grito del resto no me perturbase.
Me siento perdida en lo alto de esa montaña nevada, abandonada a la suerte de que un par de esquies no me devolviesen a casa en muletas, recuerdo hacer de mi capa un sayo y volar montaña abajo, entendiendo literalmente la lectura de estas últimas palabras y no como a mí me gustaría haberlas entendido, clamando las risas a mi accidentada llegada, mirando por la ventana siento mi cuerpo balanceandose como los árboles por el viento.
Estoy en casa de my lady un atardecer de invierno, viendo programas televisivos de dudosa clase, pero que a las dos nos entretenía la tarde al sabor de suculentos dulces.
Escucho batallas de guerra de mi abuelo y veo sellos coleccionables ocultos hoy en algún lugar recóndito, guardianes de la memoria.
Veo a esa niña solitaria persiguiendo sueños imposibles y casi siempre inacabados, esa niña soñando en el café store al baivén de gente desconocida en una lejana ciudad que por momentos no le pertenecía, y que intentaba hacerla suya con repetidas canciones con las que bailaba en el salón familiar de la alegría, con el pijama azul, color adjudicado desde nacimiento y las llamas del fuego que hacían que una se fuera a la cama con la cara bien roja, en esa tarde que no existía poco importaba de que color fuese, ya no aparecía la niña de la sonrisa tímida en ningún contexto anecdótico, en aquellos tiempos se le olvidó sonreir, llenó la maleta para un año, pero olvidó en casa la sonrisa.
Y así me despido de este mundo físico de pantalla y teclado, porque por olvidar, he olvidado hasta la hora.

lunes, 9 de febrero de 2009

Salgo de la ciudad oscura con la misma canción que entré, me siento cansada, el sol no brilla con tanta fuerza, escapo de un mundo alegremente solitario, caminando hacia ninguna parte, buscando quizás una justificación a mis acelerados pasos, imaginando unos brazos abiertos al final de la calle, a la sombra de una hoguera, dando respuesta a los por qués que invaden mi mente.
¿Cual es el modo correcto de hacer realidad un sueño?, utilizando la mitad del cerebro, la otra la abandono a imposibles.
Necesito escuchar esta canción una y otra vez para hacerla mía, y que en ella habiten los recuerdos de los que nunca quiero desprenderme.
No pretendo sobrevivir en este incompetente mundo, prefiero ser una duda más, la duda que desconfirma la regla, la que sólo entiende las reglas que entiendo cuando me levanto y quizás haga desaparecer cuando me acuesto.

jueves, 22 de enero de 2009

A ti, G

Sonó el despertador después de despertarme, tan perezosa para abrir la ventana y ver el sol brillando, de momento nada me impide abrir los ojos al vislumbrar las gotas de lluvia golpando la ventana, y pienso que este día es mío, está hecho para mí, es el momento de salir a la calle cuando todos se fueron con el sol estos días de invierno, imagino esas gotas caer sobre mí en una gran ciudad.
Es un día tristemente alegre. Es una semana melancólica que no me deja apartarme de la memoria de quién fue tan importante en esta gran casa, es el principio de un fin, es tiempo de recuerdos. Recuerdo las calles de La Habana, tan agradablemente sucias, también recuerdo la que sería la última vez que nos vimos, para luego llevarte en el más profundo de mis recuerdos, ni siquiera nos despedimos, nos regalaste una rosa a cada una y seguiste tu camino.
Desde esta habitación recorro todas esas calles, recorro la playa de Varadero de un lado para otro, me dejo llevar por las olas, me siento allá y me siento acá, te veo tocando la tompreta en el cabaret del hotel Internacional al sabor de una cerveza Cristal, me siento de repente en todos los sitios que abarca mi memoria, la unión de todos los tiempos me hace alargar la vida, es corta la de aquellos que olvidaron el pasado, sin cuidar del presente y temiendo al futuro, y cuando llegan a su fin, conocen tarde lo desdichados que estuvieron ocupando su tiempo en lo que sí es nada.
Me alegra pensar que que no fuiste un hombre desdichado, y que en apenas una semana hicieses que tu recuerdo perdurase en mí toda una vida, así te siento y así te llevo.
Te contaré que dentro de poco saldrá mi nota de inglés, la que no te ha dado tiempo a conocer, esa asignatura de la que te hablaba en tiempos de calor. Dondequiera que estés te mantendré informado, como siempre hubieses querido.
No deseo más que vivir estos momentos de felicidad literaria, entiendo que cuanto mas ansío es cuando más me doy cuenta de lo que deseo vivir, y así con las pequeñas cosas que llenan mi vida consigo elaborar un libro diario que nunca se cierra.
Nostalgia a mi alrededor, lágrimas de alegría, estudiando la vida como el examen de mañana, sin consentir que se m usurpe un instante de tiempo, con lo cual llega a ser larguísima la vida, pues todo lo que ella se extiende es para mí.
Desde el principio no quise verme identificada con programas de televisión, con modas callejeras, con equipos de fútbol, puse todo mi cuidado en levantarme sobre la muchedumbre, haciéndome notable con alguna particular cuialidad, ¿ y qué otra cosa fue todo ello sino para exponerme a las flechas de la envidia, descubriendo así el odio y la parte con la que éste me podría morder?.
Porque Germán, yo no miro los colores de que se cubren los cuerpos, ni para juzgar doy crédito a los ojos, otra luz tengo mejor y más segura con que diferenciar lo falso de lo verdadero, para entender que personas como tú recordaré hasta que ya no esté.

miércoles, 14 de enero de 2009

Un rayo de sol alumbra mi cara en la mañana, intento sonreirle, me es imposible, intento gritar bajo las sábanas, impotencia de tener que enfrentarme a un nuevo día donde los sueños corren hacia abajo como la nieve de las montañas. De pequeña soñaba despierta, luchando, incansable, por conseguir esos sueños. Soñaba que de mayor viviría con ellos, soñaba con un folio en blanco y una mente llena de ideas, veía una privilegiada cabeza escrbiendo en el parque del retiro, capaz de todo. Hoy veo la cruda realidad a través de la ventanas.
Inseguridad es lo que hace quedarme parada mirando hacia ninguna parte, impotencia de no tener fuerzas para gritar a los cuatro vientos.
Entiendo que nunca podré dejar de luchar en este infame mundo. Veo el principio del fin de las cosas y me siento más vacía que nunca, vacía por no poder mirar el sol que brilla.
En la cama sueño despierta, intento encontrar mi rostro en la gente que me rodea, intentando desahogar cada sentimiento en las sonrisas de los recuedos que me acorrarlan día tras día. Gloriosos recuerdos que de vez en cuando me dicen quien soy y de dónde vengo. Logro que me pertenezcan por segundos, ellos están con el sol, yo sigo bajo las sábanas, me llaman constantemente.
Espero a que llegue la noche, la verdad se oculta tras ella, nadie la ve, nadie tiene fe en ella, la humildad se ha perdido en un mundo oscuro, si no se sabe vivir con ella, aprendería con los ojos cerrados a vivir mi condena, y evitaría lágrimas a los que andan al borde de mi mundo.
Tras esta noche toca levantarse de nuevo, la conciencia de tu día anterior te dará más o menos fuerzas, deja andar a los que andan contigo y a los que no, aprende de tus errores y reconoce tus límites, que no se trata de ser más y mejor, si no de vivir y dejar vivir.

martes, 13 de enero de 2009

No consigo ver mis fallos en la tarde fría de Valencia. Me volví a descuidar en un intento de infravaloración, pero una vez vino la claridad, hoy descubriendo viejos recuerdos en la oscuridad, demasiado tiempo sin pensar en mí, descuidando las merecidas sonrisas. Sin dar demasiado que pensar paseo por los viejos callejones, me voy metiendo veintidós tiros libres en Badalona, años de gloria.
Y ahora sentada en una esquina vuelvo a ser quién soy, pensando en los amigos que tenía, destellos de alegría, sonriendo pensando las veces que la mala suerte me gana, los sueños son mentiras, la vida es divina cuando reconoces de lo que eres capaz y encima puedes, cuado te anulan, nos vemos otro día. Huir con tus ideas es de cobardes me dijeron una vez, si es así, prefiero ser cobarde que no masoca.
¡Vive y deja vivir!