Sonó el despertador después de despertarme, tan perezosa para abrir la ventana y ver el sol brillando, de momento nada me impide abrir los ojos al vislumbrar las gotas de lluvia golpando la ventana, y pienso que este día es mío, está hecho para mí, es el momento de salir a la calle cuando todos se fueron con el sol estos días de invierno, imagino esas gotas caer sobre mí en una gran ciudad.
Es un día tristemente alegre. Es una semana melancólica que no me deja apartarme de la memoria de quién fue tan importante en esta gran casa, es el principio de un fin, es tiempo de recuerdos. Recuerdo las calles de La Habana, tan agradablemente sucias, también recuerdo la que sería la última vez que nos vimos, para luego llevarte en el más profundo de mis recuerdos, ni siquiera nos despedimos, nos regalaste una rosa a cada una y seguiste tu camino.
Desde esta habitación recorro todas esas calles, recorro la playa de Varadero de un lado para otro, me dejo llevar por las olas, me siento allá y me siento acá, te veo tocando la tompreta en el cabaret del hotel Internacional al sabor de una cerveza Cristal, me siento de repente en todos los sitios que abarca mi memoria, la unión de todos los tiempos me hace alargar la vida, es corta la de aquellos que olvidaron el pasado, sin cuidar del presente y temiendo al futuro, y cuando llegan a su fin, conocen tarde lo desdichados que estuvieron ocupando su tiempo en lo que sí es nada.
Me alegra pensar que que no fuiste un hombre desdichado, y que en apenas una semana hicieses que tu recuerdo perdurase en mí toda una vida, así te siento y así te llevo.
Te contaré que dentro de poco saldrá mi nota de inglés, la que no te ha dado tiempo a conocer, esa asignatura de la que te hablaba en tiempos de calor. Dondequiera que estés te mantendré informado, como siempre hubieses querido.
No deseo más que vivir estos momentos de felicidad literaria, entiendo que cuanto mas ansío es cuando más me doy cuenta de lo que deseo vivir, y así con las pequeñas cosas que llenan mi vida consigo elaborar un libro diario que nunca se cierra.
Nostalgia a mi alrededor, lágrimas de alegría, estudiando la vida como el examen de mañana, sin consentir que se m usurpe un instante de tiempo, con lo cual llega a ser larguísima la vida, pues todo lo que ella se extiende es para mí.
Desde el principio no quise verme identificada con programas de televisión, con modas callejeras, con equipos de fútbol, puse todo mi cuidado en levantarme sobre la muchedumbre, haciéndome notable con alguna particular cuialidad, ¿ y qué otra cosa fue todo ello sino para exponerme a las flechas de la envidia, descubriendo así el odio y la parte con la que éste me podría morder?.
Porque Germán, yo no miro los colores de que se cubren los cuerpos, ni para juzgar doy crédito a los ojos, otra luz tengo mejor y más segura con que diferenciar lo falso de lo verdadero, para entender que personas como tú recordaré hasta que ya no esté.
2 comentarios:
Es precioso... Como todo lo que escribes. Nunca dejes de escribir, porque esa es una de las cosas más mágicas que existen, y tú tienes la suerte de poseer ese don...
Bueno, ya está todo dicho, jejeje besos :-)
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