martes, 24 de marzo de 2009

Tarde rara

No empiezo a escribir sin antes mirar por la ventana, diviso el día que me llena de inspiración y me ofrece la primera nota de esta melodía. No me he percatado de que el cielo estaba nublado hasta que no he reparado en él, y eso que ya queda menos día.
Es ese cielo nublado que hace que una se mantenga en calma y sólo le apetezca bailar con su imaginación. Últimamente me cuesta concentrarme en los deberes diarios, será que mantengo la cabeza en otra parte y ese cantar tan agudo no me deja escuchar más de lo que quiero escuchar. Las clases comienzan a hacerse pesadas sin haber empezado, ni siquiera la más entretenida de las explicaciones hace que me evada de mis pensamientos.
Sin pensarlo ni siquiera una vez cojo el primer bus de la tarde, dirección a ninguna parte, quizás por el camino me apetezca saber a dónde voy, pero ahora sólo quiero perderme en el destino incierto, no estoy segura de que sea mejor que el presente, como quiera que sea casi siempre mi vida ha sido intentos a medias.
El sol brillaba con fuerza, a través del cristal del autobús me veo reflejada, me recuerdo a una tarde en el campo un día de Mona, con el gesto de cuando molesta el sol y la cara roja. De repente tengo calor y siento nostalgia de los días en que se lleva la ropa a medias. Creo estar viviendo en muchos sitios a la vez sin mover un sólo músculo de mi cuerpo, sentada en este autobús. Pronto llegaré al destino y muy a mi pesar tendré que volver a poner los pies en la tierra caminando por la realidad de las calles.
Tomo calle abajo. Todo parece seguir igual. Niños saliendo del colegio, cafeterías repletas de madres contándose chismes esperando la salida de éstos. No se les ve demasiado entusiasmadas, quizás sea la rutina de una simple vida la que se refleja en estos rostros. No son las mismas madres de cuando yo era pequeña, pero sí las mismas expresiones. Puedo ver como ha cambiado todo y es cuando me doy cuenta del tiempo que hacía que no paseaba por aquí, se me quitaron las ganas el día que empecé a crecer y me dí cuenta de que más allá de las afueras del pueblo existía mundo. No quise perdérmelo, de repente siento una extraña sensación, deseo desaparecer pero a la vez siento curiosidad por seguir cuestionando esta realidad.
Parejas que pasean por los parques, algunas pasan cogidas de la mano, imagino que en un tiempo se convertirán como las otras parejas que van juntas, pero distantes en todos los sentidos.
Sigo caminando, puedo escuchar también conversaciones ajenas sin querer. Tratan sin ir más lejos de cuestionar la vida de la vecina, del partido del Domingo, de la lista de la compra, de programas de televisión cuyo nombre quise olvidar al tiempo de escucharlo.
Camino y camino, no me había dado cuenta hasta ahora de que llevo una mochila cargada de libros a la espalda, siento que no es ésta la causante, me he cansado de la vida en general en una hora de camino.
Me vuelvo a casa, me vuelvo a mi mundo.

1 comentario:

Rafa dijo...

Me encanta, magnifico.