No me he dado cuenta de la hora, hasta que estaba llegando, vaya, que tarde ¿no?, parece que me he entretenido demasiado caminando con los viandantes, el santo se me fue al cielo hace tiempo. Suele ocurrir. Me encuentro perdida en este gran espacio donde sobran y faltan tantas personas. Mirar hacia el horizonte me hace verme reflejada al final de camino, pero me veo tan lejana que ni sé siquiera cual es ese camino, sólamente me veo en lo más alto, como un Dios al que no le ha hecho falta escalar para llegar allá, ignorante idealización, que fantasía la mía, tormenta sin paraguas, viento sin paredes, ojos rojizos, papel volador, la libreta de los recuerdos se me queda pequeña. No sé que ruido se estará escuchando ahí fuera, supongo que los pajaros estarán piando, se les ve tan libres.
El tiempo ya me lo decía, Stella, abrígate, pasarás frío. Recuerdo una vez conseguí abrigarme con el calor de la alegría, de algo tenía que hacerlo, las fantasias imaginarias me sirven para unos cuantos minutos, todavía no me compré el abrigo de la eterna alegría.
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