viernes, 31 de octubre de 2008

AQUELLOS TIEMPOS

Ahora me echas de menos… ¡Ahora!. Se te veía venir, me dejas pensando que ojalá me hubieses dicho esto aquella última noche que pasé en tu casa, en la que me moría de ganas por hacer el amor contigo y tú ni siquiera querías tumbarte a mi lado, los días que no iba a clase por ir a verte desde lejos, como aquel en el que te explicaba mate en el Café Store…. Y ahora que veo una luz al fondo me adentro en tu remolino del que tanto cuesta salir. Por qué me dices esto ahora… quizás te diste cuenta que no era el camino correcto o lo que es peor sólo miraste por ti aquellos últimos meses de ciudad desconocida de corazones inmaduros, en los que no me quejaba por gusto infantil, me limitaba a sugerirte, no me preguntes que piensa un sentimiento, pregúntale que siente, no podía pensar ni siquiera en ti, en si era una queja en la que tu también sufrías quizás y estoy casi segura que por pena de verme así, cobarde amor , aunque no lo quieras admitir, y tu ahí, sentada, a mi lado en el banco sin poder hacer nada más que complacerme con tus esperanzadoras palabras del pasado tipo ya no se puede hacer nada y mira Stella que te cuesta hacerte fuerte.
Pero el recuerdo es un sentimiento muy fuerte… a veces tan fuerte que nos hace cambiar o peor volver atrás y seguir andando por campos que creíamos que ya habíamos segado, yo no quiero segar más, te tengo miedo, tengo miedo al pasado, y más ahora, que te vas, ahora que yo vuelvo al lugar de mi memoria, dime dónde cuándo hubiésemos caído en este pozo sin fondo, una carrera sin meta, un sentimiento permanente…Es el primer amor, es la persona que te hizo ver como se vuelca el corazón, es la persona que dio la vida por ti y quizás tú más por ella, con acontecimientos meramente increíbles que se han derrumbado poco a poco con precisamente los cotidianos, muy intensos los momentos para en lo que ha quedado, cambiemos de sentido el recuerdo, mil maneras de sentirlo aunque con lágrimas en los ojos quiero que sean de alegría.
Siempre estarás en mi corazón, tu y todos ellos que te envolvieron.

domingo, 26 de octubre de 2008

El poder de la palabra

Momentos en los que te sientes impotente, que por tu boca saldrían sonidos cual batalla campal. Piensas que podrás arrepentirte después, es verdad, esa sansación de culpa y verguenza a la vez me hace indeseable. Quiero compartir pues la sensación de no sentirse arrepentida, cuando sientes que tienes todo el poder y derecho de hablar, nunca dejaría de hacerlo, la vida duele, nadie tiene la culpa, pero todavía duele más si alguien se empeña en fastidiártela.
Stella, niña tímida, pequeña, que lloras y ries en silencio, a veces pareces tan buena que pasas desapercibida y nadie se percata de que ocupas un espacio más moral que físico, para lo bueno y lo malo, de tanto que callas, pareces más agresiva cuando hablas, no te toman en serio que callar es de intligentes pero callar más de la cuenta de inútiles, y tu palabra, que es lo más valioso de ti misma, lo que te hace ser tú, no deberías perderla, no te sientas condicionada por lo que puedan decir, y aunque todo el mundo vaya en tu contra, no te entiendan, sigue adelante, con lo tuyo, no te sientas avergonzada por una mirada de odio, tu coraza es más grande que todo eso, y si has aprendido la lección, sigue ensayando en el curso de la vida y no dejes de aprender, de ver, de sentir, de hablar sobre lo que sientes, de quedarte callada aunque parezcas idiota.
Que nadie destruya tu ilusión de jugar al baloncesto, sabes que puedes conseguir todo lo que te propongas, aunque nadie lo vea. aunque mueras de rabia en un banquillo, sin ni siquiera darte la oportunidad de ser alguien en el campo, gritas a los cuatro vientos tus sentimientos y hoy, cuando has despertado, lo hiciste sonriendo, te vi desde la ventana deseando salir a comerte el mundo. Grita que el mundo se equivoca, grita por el cambio. Sobre todo sigue escribiendo, de nada en concreto y de todo en general, escribe por ti, escribe creciendo, y que tus palabras transmitan diferentes percepciones en el ciclo de la vida.

lunes, 20 de octubre de 2008

Imaginación

Es un día en el que la inspiración parece haberte abandonado en el arcén de una carretera volviendo a casa un sábado en el que decidiste que ibas a olvidar tu mundo cotidiano para entregarlo a la mediocridad de la noche. Sientes ganas de escribir y seguramente no lo harías si no fuese por las pequeñas cosas que hacen que tu vida merezca la pena ser escrita en cualquier rincón. Por ejemplo el día de tu cumpleaños, no es que haya cumplido veintidós y me enorgullezca ver lo joven que todavía ando, aunque sólo sea en el día que viniste al mundo recuerdas que para alguna persona en algún momento fuiste importante, y no duda una vez más en estar presente ese día, brindando por todos los que hubieron en el pasado y deseando que todos los días que quedan por venir los sigas recordando un año más.
Y sin inspiración dejo paso a la imaginación de los sueños, soñando con que el amanecer de mañana sea mejor que el de hoy, sin dejar de dar gracias porque por lo menos haya sucedido, aunque la mayoría de los días me pierda el evento. Recuerdo un amanecer de verano en el faro de Santa Pola, empezando así los días no es de extrañar que te vayas a la cama con la misma sonrisa que los rayos del sol te arrancaron a su salida por el horizonte, viendo de fondo esa playa en la que minutos más tarde me dejaba llevar como una ola más. Un escenario que varios años más tarde me va a devolver las ganas de seguir escribiendo en un día cualquiera en el que no sucedió nada, y si algo sucedió fue reconocer y aceptar el mundo que se te presenta nada más abrir los ojos, asimilando que una vez más tendrás que esperar al sorteo de mañana en el mundo de la lotería, asimilando la injusta o justa coincidencia de los días, mientras vuelves a recordar aquel amanecer en el que sólo estás tu con tu suerte, la que permanece en ti todos los días y que por alguna razón u otra la vida se empeña en arrebatarte. Hoy sueño con no perderla nunca, y me voy a la cama abrazada a ella, y al fin, con la primera sonrisa del día.

sábado, 11 de octubre de 2008

Me siento tan bien


Me siento tan bien voviendo a casa un sábado a media noche en ese coche prestado, la carretera vacía me abre paso a un melancólico análisis del día que estoy a punto de abandonar, despidiéndome en la puerta de tu casa hasta dentro de muy poco. Hubiese querido quedarme hasta el amanecer pero esta madrugada nos esperan obligaciones. Vimos el atardecer alicantino al compás de unas cervezas baratas.
El tiempo se ha vuelto más indeciso que yo, a veces hace frío, hace dos semanas me contabas desde aquí que no paraba de llover y hoy puedo verlo con mis propios ojos porque todavía no ha parado, por alguna razón el cielo está triste y desde aquí abajo no paramos de reir por cualquier calle, cómo nos miran mientras interpretamos la comedia donde sólo tu y yo somos protagonistas.
Vine de Cuba con ansias de crecer, de ver a mi vuelta que ojalá muchas cosas hubiesen cambiado, pero todos los días son iguales, mientras cuando estás lejos sientes que seguramente todo esta cambiando y tú te lo estés perdiendo. Llego con el corazón en un puño, con ojeras hasta el suelo, y un moreno poco corriente de la época.
Mentiría si dijese que durante mi estancia pensé en lo que perturba mi vida, demasiados conocidos que olvidar y amigos por conocer. Te cuento que mis paseos habaneros con Yelennis fueron encantadores y que basta un atardecer en el Malecón para entregarme a tus brazos y dejar que el tiempo pase entre rosas y algodones. Ciudad que debora y encanta, miradas extrañas y gente paciente.
Te puedo contar también que hice cosas que ya creía olvidadas, como bailar una canción de los noventa o tomarme una hamburguesa al amanecer rebajando la dosis de alcohol, mientras imaginaba que por aquí estarías comiendo una paella dominguera y muy familiar.
Echaba de menos los paseos por la explanada, deseaba llegar y acompañarlo de un buen helado, poco podía imaginar que ya no hacía tiempo para eso, y que los tirantes fueron sustituidos por el jersey.
"La sombra del viento" de nuevo acompañado mi dario playero bajo la sombrilla hecha a base de troncos que alquilan por dos pesos, la playa de Varadero se extiende a lo largo, desde aquí parece que el tiempo no pase, nadie me reclama, yo tampoco quisiera reclamar a nadie, me siento tan bien, perdiéndome en esta tranquilidad infinita, donde sólo yo misma me digo quien soy, donde tu percepción es la única que vale, donde parece que el sol salga todos los días por ti, donde vamos a ver el grupo musical en la calle 62 todas las noches, y de paso nos reimos de algún turista borracho.
Lágrimas en el taxi de vuelta al aeropuerto, lágrimas con doble sentido, un principio y un fin, una dificil decisión mental, fláshes de imágenes rondando la cabeza. Una aventura que por momentos siento que se me escapa pero consigo retener alzando la vista al cielo, reconozco que las nubes interprétan con sus formas cada momento en la isla.
Y aquí sigo soñando y viviendo, al borde de mi cama, rodeada de cuatro paredes, en cada una de ellas, una imagen que me recuerda quien fuí ayer y quien soy hoy.
Me siento tan bien esta noche.