domingo, 11 de mayo de 2008

Escúchame

Esta tarde, amparada por los escasos rayos de sol que se entreabren a través de las nubes, todavía puedo sentir tu respiración, acaso puedo olvidarme de un sueño de Abril, poder perder una fe anclada en el pasado, una vida hecha deseo. Cuando daban las 12 la cama me esperaba vacía de todo y llena de nada, así al día siguiente podría ver los recuerdos esparcidos por el suelo de la habitación. Llevaba tanto tiempo planeando ese viaje, no hacía falta ni siquiera un maleta, todo lo que tenía que llevar lo llevaba dentro de mi, con la esperanza de algo o de nada, buscando algo que nunca encontré, por senderos de una vida anclada en la impotencia.
Dos manos entrelzadas sin saber el por qué, piensas que nos podíamos contar algo que no fuese esa imagen que nos da la vida. Tu cuerpo, reposando en la playa, en el cual acababan mis besos, deja que esta noche estén entrelazados entre las sabánas, que tus brazos me traigan la locura, y tus manos se deslicen lentamente por este cuerpo tan incondicional por esta noche, quizás mañana ya no esté aqui.
Alguien me vió diambular por una calle madrileña, galopando en lo desconocido, parada en aquel semáforo, con el mono del dolor. Aun así no cambio por nada esta enredadera. Cuando se hacía de día y había que ir a trabajar, por favor no te levantes, quédate aquí comiéndote las penas y no tengas que contar al mundo tu falsa alegría. La niña fugitiva escondida en la habitación de un hotel, donde se dejaba la vida en cada planta. Escuchame, estoy aquí, pero todavía no me puedes ver, quieres correr demasiado y el tiempo pasa muy lento, dime que es lo que quieres, que buscas, intentaré no decepcionarte, pero perdoname si lo hago, sabes, he vivido más que tu y tengo una ficticia experiencia que te puede hacer daño, inocente niña,no corras tanto.
Cómo es posible que todo siga igual, has crecido tanto como parece??¿te queda algo por andar? tu fragancia sigue presente en el tronco de aquel árbol, te apoyaste por última vez una tarde primaveral y ya no has querido volver a saber nada de él, no encuentras a nadie que te diga lo que cuesta alcanzar la gloria. Nada te puede sorprender, nada hay para mi como estas cuatro ruedas que me llevan a paraíso ciudad, sin sentirme rencorosa por lo que tuve que pasar para pagar un billete de bus. No hay horas, no hay verano, ni hay tiempo.
Si se acaba hoy el mundo, déjame morir sola por fin.
Estoy cansada de estar reprimida por todos mis miedos infantiles. Tu presencia no me deja estar sola.
Tu voz ahuyentó toda la cordura que había en mi.

No hay comentarios: