La noche es calurosa, la ventana de mi habitación me recuerda que el verano se acerca apresuradamente, las noches a la luz de la luna darán paso a momentos de melancolía.
Por el piso pasa factura la vida, cada año está mas viejo, cada año habita menos gente, cada año la vida da un palo del que sólo quedarán lágrimas nocturnas a los pies de nuestro banco veraniego, si no cabíamos todos, nos apretábamos.
Nuestras madrugadas con poca ropa al son de transeuntes nocturnos buscando una nueva vida, tanto hablar de la vida y ahora parece que es ella la que se cansó de nosotros, cada vez quiere menos gente en su casa común.
Las largas caminatas al atardecer merecedoras de un suculento gofre o un gran helado a la orilla del mar con alguna bolsita en mano de esa tiendecilla barata donde por cien pesetas comprábamos nuestros arreglos a la vida.
Me queda pequeña la memoria para tanto recuerdo. De camino a la playa éramos felices, ahora intentamos serlo siendo los mismos de siempre, aunque todos sepamos que a nuestras voces les falta una melodía.
Ahora lucho por lo que era nuestro acompañada por los que más quieres, a sabiendas de que sin ti el sol ya no saldrá con la misma intensidad por las mañanas.
El fuerte sol sobra cada día más en este planeta ahogado, por mi parte el mundo puede estar tranquilo conmigo, porque el rayo de luz que debía hacer desaparecer se fue contigo.
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