UFFF! Debe haber un error en el tiempo, el móvil se ha vuelto loco, me daré la vuelta a ver si con el cambio de postura la realidad me lleva a dos horas más de sueño. No! Si solo han pasado cinco minutos... el tiempo no se cansa de pasar? Tardo unos segundos en ponerme al día, desearía que la playa me esperase con el sol mañanero pero no, la realidad es que tengo un examen, un examen no muy bien preparado, ahora es cuando el fin de semana pasa factura, y no antes, ahora es cuando llega la desesperación, sin precedentes, sin agobiantes avisos.
Los últimos repasos me rescatan de la proximidad de mi fracaso, dudo, dudar no es bueno, dudo y cambio, cambio y fallo, fallo y me acuerdo de algunos insultos que me merezco. Aprendo que si dudo entre dos respuestas, la correcta siempre será la que no pensaba que era, y si por casualidad ya la había tachado y luego empiezo a dudar, siempre será la correcta la que puse al principio, la primera percepción es la ideal, un fallo que añadir a mi porcentaje.
Echo mano al bolsillo, un euro solo??? Otra vez me vuelvo a acordar de la factura del fin de semana. Voy a tener que pedirle a alguien que me apadrine por esta tarde, pienso que no me será dificil.
Se queda un asiento libre en el bus, no me siento, seguro que en la próxima parada sube un anciano que lo necesita mas que yo. Ves? ahí está, y yo contenta de verlo suspirar ante el cansancio.
El periódico habla de los masajes en la playa, precisamente el mismo que necesito yo en estos momentos. Lástima que mis pies se muevan por alguna calle que no recordaría si no fuese por aquella pobre mujer pidiendo un trocito de vida, qué egoista pensar que yo a veces pueda quejarme de ésta, como si tuviese algún derecho.
Todavía las 10 de la mañana, un café iluminará mi mirada desafiante y restos de bollo de la semana pasada hará que se calle por unas horas mi estómago, que ya lleva unos cuantos minutos dándome la lata.
La tele habla de todo y de nada. Mejor apagarla.
Mi apadrinamento ha llegado, por fin esta tarde podré llegar a mi pueblo, aunque yo puedo decir que sarna con gusto no pica.
martes, 12 de junio de 2007
miércoles, 6 de junio de 2007
Pasajeros a bordo
Debo tener fascinación por las ventanas, sobre todo si están abiertas, el sonido de la imagen estática hace de un cuadro una realidad. Nada parece haber cambiado en esta imagen, unos cuantos pajarillos persiguiéndose entre si se encargan de hacerla diferente, y si apuro la vista aun puedo ver más de ellos al fondo de la imagen. ¿Dónde irán estos animalillos voladores que viajan a toda prisa?, de buena gana rompería la tela de la ventana y me iría con ellos al viaje infinito.
El cielo está azul, de un azul oscuro listo para el anochecer, esperando la llamada de las estrellas.Quizá quede una hora para poder contemplarlas.
Precisamente el sonido del motor de un coche allá abajo ha sido el causante del despertar de un sueño paradisiaco.
Los pósters de las paredes se resisten a caerse con el paso del tiempo, parecen no saber que ya pasaron de moda hace bastantes años. En este caso he de autoculparme ante su inmovilidad, ahora mismo no sé lo que está de moda, esa es la causa de que esos adornos de antigua moda adolescente sigan expuestos al despertar de cada mañana.
Dicen que algunas veces vivo en el pasado, es verdad, quizás sea cobarde o quizás no exista palabra clave para expresar está percepción. Echando la vista atrás a esos felices recuerdos una se siente bastante comoda, y no escatima sus fuerzas en refugiarse de vez en cuando, y de paso soltar algunas lágrimas de tipo melancólico.
Los recuerdos tristes prefiero que se identifiquen como pasajeros corto recorrido, no puedo venderles el pasaje a precio imposible porque me podrían seguir atormentando y abandonarme a la locura, pero procuro que bajen en las paradas que nunca pararía yo.
Por suerte la mayoría de las veces el tren está lleno, de personas especiales que alimentan mi vida y siempre podrán viajar en él libremente.
El cielo está azul, de un azul oscuro listo para el anochecer, esperando la llamada de las estrellas.Quizá quede una hora para poder contemplarlas.
Precisamente el sonido del motor de un coche allá abajo ha sido el causante del despertar de un sueño paradisiaco.
Los pósters de las paredes se resisten a caerse con el paso del tiempo, parecen no saber que ya pasaron de moda hace bastantes años. En este caso he de autoculparme ante su inmovilidad, ahora mismo no sé lo que está de moda, esa es la causa de que esos adornos de antigua moda adolescente sigan expuestos al despertar de cada mañana.
Dicen que algunas veces vivo en el pasado, es verdad, quizás sea cobarde o quizás no exista palabra clave para expresar está percepción. Echando la vista atrás a esos felices recuerdos una se siente bastante comoda, y no escatima sus fuerzas en refugiarse de vez en cuando, y de paso soltar algunas lágrimas de tipo melancólico.
Los recuerdos tristes prefiero que se identifiquen como pasajeros corto recorrido, no puedo venderles el pasaje a precio imposible porque me podrían seguir atormentando y abandonarme a la locura, pero procuro que bajen en las paradas que nunca pararía yo.
Por suerte la mayoría de las veces el tren está lleno, de personas especiales que alimentan mi vida y siempre podrán viajar en él libremente.
lunes, 4 de junio de 2007
El verano
La noche es calurosa, la ventana de mi habitación me recuerda que el verano se acerca apresuradamente, las noches a la luz de la luna darán paso a momentos de melancolía.
Por el piso pasa factura la vida, cada año está mas viejo, cada año habita menos gente, cada año la vida da un palo del que sólo quedarán lágrimas nocturnas a los pies de nuestro banco veraniego, si no cabíamos todos, nos apretábamos.
Nuestras madrugadas con poca ropa al son de transeuntes nocturnos buscando una nueva vida, tanto hablar de la vida y ahora parece que es ella la que se cansó de nosotros, cada vez quiere menos gente en su casa común.
Las largas caminatas al atardecer merecedoras de un suculento gofre o un gran helado a la orilla del mar con alguna bolsita en mano de esa tiendecilla barata donde por cien pesetas comprábamos nuestros arreglos a la vida.
Me queda pequeña la memoria para tanto recuerdo. De camino a la playa éramos felices, ahora intentamos serlo siendo los mismos de siempre, aunque todos sepamos que a nuestras voces les falta una melodía.
Ahora lucho por lo que era nuestro acompañada por los que más quieres, a sabiendas de que sin ti el sol ya no saldrá con la misma intensidad por las mañanas.
El fuerte sol sobra cada día más en este planeta ahogado, por mi parte el mundo puede estar tranquilo conmigo, porque el rayo de luz que debía hacer desaparecer se fue contigo.
Por el piso pasa factura la vida, cada año está mas viejo, cada año habita menos gente, cada año la vida da un palo del que sólo quedarán lágrimas nocturnas a los pies de nuestro banco veraniego, si no cabíamos todos, nos apretábamos.
Nuestras madrugadas con poca ropa al son de transeuntes nocturnos buscando una nueva vida, tanto hablar de la vida y ahora parece que es ella la que se cansó de nosotros, cada vez quiere menos gente en su casa común.
Las largas caminatas al atardecer merecedoras de un suculento gofre o un gran helado a la orilla del mar con alguna bolsita en mano de esa tiendecilla barata donde por cien pesetas comprábamos nuestros arreglos a la vida.
Me queda pequeña la memoria para tanto recuerdo. De camino a la playa éramos felices, ahora intentamos serlo siendo los mismos de siempre, aunque todos sepamos que a nuestras voces les falta una melodía.
Ahora lucho por lo que era nuestro acompañada por los que más quieres, a sabiendas de que sin ti el sol ya no saldrá con la misma intensidad por las mañanas.
El fuerte sol sobra cada día más en este planeta ahogado, por mi parte el mundo puede estar tranquilo conmigo, porque el rayo de luz que debía hacer desaparecer se fue contigo.
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