viernes, 12 de febrero de 2010

Pequeño

No pienses que el tiempo pasará en vano, ahora estás descansando sobre la tierra que algún día nuestra familia ha ido construyendo, a tí te corresponde ese lugar, el lugar en el que reinan los recuerdos y donde nada nos parace desconocido si echamos la vista atrás. Otra vez esa enfermedad nos vuelve a separar de las cosas que más queremos.
Eras conformista, no pedías mucho, algo para comer que nos agradecías siempre.
Que no se entere "el otro", el que ahora te extraña, pero tú eras mi preferido. No quiero que pienses que ahora ya nadie se acuerda de tí, ahora que te encuentras bajo donde nosotros, los vivos, pisamos. Tú estás vivo en mí, en la soledad de mis días, en la melancolía de mis noches, porque en silencio te extraño, ni el tiempo conseguirá repatriarte a otros mundos, ni siquiera Dios te llevará a su reino, porque el reino lo has construido en esta casa en tus catorce años de vida. Nadie sabe lo que te extraño, la nostalgia que me haces sentir a lo largo de los días.
Sé que tuve que tomar por tí una decisión dura, ojalá me hubieses dado alguna señal para decirme que era lo correcto, qué querías, y es que eres tan discreto a veces, ni te quejaste.
De tí me llevo tu incondicionalidad, tu forma de encontrar la vida en paz y sin rencor, porque en tí había algo más que un gato.
Las hierbas que crezcan ahora sobre de tu cuerpo serán fruto de algo que nunca morirá.
Por tu hermano no te preocupes, el está triste, pero sabes que es fuerte y aprenderá a llevarlo, hoy ha dormido en la casa, pero que no se acostumbre.
Te quiero, mi Negre.
PD. Pérdoname por no querer despedirme de tí en vida.

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