viernes, 28 de noviembre de 2008

Tarde fría

En esta tarde fría, el viento me sacude de nuevo, todo se mueve, los árboles no cesan, la gente corre a refugiarse, remolinos por el suelo, paraguas por si acaso. Rescatando de algún rincón del armario, recuerdos de tela para taparme el corazoncito, el sol parece abandonarme, y la poderosa noche no hace estrago en mis entrañas. Conduzo con media llanta, la otra me la dejé por el camino de la melancolía, a lo lejos Aitana nevada, un escalofrío me recorre el cuerpo, siento estar en la cima de la montaña sintiendo de nuevo el viento, me veo escribiendole a él, a nada y a todo, me sumerjo en la deleitante imagen, la que ahora me envuelve, lejos del estrepitoso atasco en la autovía, lejos de conductores aburridos, del ruido de un cláxon desesperante.
Después de un rato pensando me acordé que la clase me perseguía, y que sin estos ratos de nostalgia mi ilusión se desvanecería con aquella nieve.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Esta noche

Me acuerdo de los paseos fronterizos con mi madre. De tomarme una cerveza contigo un jueves por la tarde, cuando la noche parecía arrebatarnos tan bochornoso día, y tú, sin más hacerme ver las estrellas en un día nublado. Suelo coger los autobuses de noche, cuando nadie te puede ver soñar mientras escuchas tu canción favorita, suelo idealizar mientras mantengo conversaciones mundanas, creo conducir cuando los gatos salen en busca de ratones, avanzo lentamente por mi calle, tengo sitio para aparcar, pero me voy a quedar dando más vueltas a ver si consigo entrar en calor en esta noche solitaria de invierno, de nubes y pocas estrellas, de recuerdos pasajeros, de cuerpos imaginarios avanzando a mi lado, tiendo a alargar los días a mi antojo, sin importarme el mañana, a tientas escribo en esta madrugada del 21 de noviembre, la cama reposa a mi lado, yo escribo sentada a su lado, ella me mira desafiante, yo la miro con mi sonrisa de escritora nocturna, hoy las estrellas al parecer no brillan con tanta fuerza, me asomo a la ventana y las hago brillar. Por las tardes suelo hacer trampas, nunca me gustaron las clases cuando el sol se pone, siempre pensé que la playa era mía en ese momento, imaginé infinitos granos de arena cayendo por mi cuerpo, imaginé un atardecer eterno, imaginé el anochecer acompañada de un sentimiento merecedor de estrellas, de estrellas regaladas con un gesto amable.
Imagino mi habitación años atrás, leyendo un libro de mercadillo, imagino una niña deseando levantarse por la mañana para ganar la batalla, me veo a mi deseando nunca dormir para no perderme la magia de los sueños.
Buenas noches me dijeron hace un rato, buenas noches me digo a mí misma.